jueves, agosto 06, 2009

EL PEOR ENEMIGO DE LOS CÓMICS

-I-

Mi amigo Adrián Medina ya ha posteado sobre novedades en el mundo de las viñetas. A mi me toca hablar del pasado, de una época en que los cómics estuvieron a punto de desaparecer... porque aunque los lectores jóvenes lo ignoren, hubo una época en que los vampiros de "30 days of night", las curvas de Mary Jane o la violencia de personajes como Punisher o Mr. Zsasz, era, literalmente, inexistente.


-II-

Todas las artes se han visto alguna vez atacadas por la censura. Cuando lo políticamente correcto, los bienhechores, y los amigos de los valores morales detectan una película, un libro o una pintura que incita a la perversión y al mal –es decir, todo aquello que no sea como ellos- hacen todo lo posible por erradicarlo. Ellos creen que hacen lo correcto, pero en realidad repiten un patrón: la creatividad siendo aplastada por el “bien común”.
Los cómics o el “noveno arte” no son la excepción. Durante los años 50’s del pasado siglo XX, se dio la cacería de brujas más grande que jamás ha existido para las historietas. Una época en que los superhéroes casi desaparecieron por completo, y que incluso sus creadores fueron investigados por el senado de Estados Unidos. Una época donde editoriales que no lograron reponerse de esta “cacería de brujas” se fueron a la bancarrota.


¿Quién fue el responsable? Nada menos que un hombre llamado Frederick Wertham, el peor enemigo de los superhéroes. Esta es la historia de cómo un hombre casi logra lo que ni el Joker, Lex Luthor o Magneto han logrado.
En 1954 apareció, en Estados Unidos, el libro “Seducción del Inocente”, cuyo autor era Wertham, un psicólogo que trabaja en el hospital Bellevue en Nueva York. El libro vomitaba llamaradas de ira contra todos los cómics existentes, responsabilizándolos de la delincuencia juvenil. De la misma forma, culpaba a Superman de invitar a los niños a “sádicas fantasías”, Batman y Robin de incitar a la homosexualidad, y a la Mujer Maravilla a ser “todo lo que una niña no debe ser”… la editorial DC y toda la industria del cómic, consideró estas afirmaciones como absurdas… pero el fuego de la hoguera apenas empezaba.
Una de las colecciones que, según el psicólogo, más incitaban a la violencia, eran los publicados por la editorial EC, con títulos de zombies, vampiros, fantasmas, asesinos seriales, hombres lobos y otras macabras criaturas. La publicación más célebre era la que durante los ochentas se convertiría en una popular serie de televisión: Tales from the crypt, (“Cuentos de ultratumba”). El destino de la editorial EC fue terrible: acabó cerrando sus puertas, ante las críticas cada vez más y más duras de los padres de familia, que protestaban por unos cómics que, si los comparásemos con las películas de terror que se rentan en cualquier videoclub, resultarían bastante graciosos. Maxwell Gaines, director de EC y una de las mentes que forjaron el cómic contemporáneo, emprendió una serie de batallas contra la censura, pues prácticamente todo lo que publicaba era condenable. Algunas censuras rayaban el la estupidez, como prohibir la palabra “horror” en la portada. Después de muchas batallas legales, EC se fue a la quiebra y canceló todas sus publicaciones para centrarse en una de las revistas de humor más famosas: Mad.


El buen doctor Wertham, con aptitud de poderoso señor del crimen sacado de... pues sí, de un cómic.


La ira contra los cómics fue en aumento: quemas públicas de historietas, y cada vez más y más censura. Para nivelar las cosas, surgió el “Comics code authority”, que regulaba todo lo que debía y no debía de aparecer en las viñetas. Todo debía ser más apacible, más tranquilo y enfocado al público infantil. Las historias serias, maduras e inteligentes murieron como mueren las víctimas de un gangster de Ciudad Gótica, dando paso a otras más que más que infantiles, eran estúpidas. Debido a esta etapa, hasta el día de hoy persiste el prejuicio de que “los cómics son para niños”… gracias a las ideas de un psicólogo que tenía la absoluta certeza de que estaba haciendo lo correcto.

Aunque tampoco hay que ser injustos: la mala fama de Wertham con respecto a los cómics, que se ganó el odio unánime de todos los fans, ha opacado sus preocupaciones respecto al maltrato infantil y el daño psicológico.

Afortunadamente, con la aparición de artistas como Stan Lee, Alex Ross, Frank Miller, Alan Moore, Steve Niles, Warren Ellis, Grant Morrison o Neil Gaiman, el cómic ha recuperado poco a poco su lugar, ganando nuevamente el respeto del público.

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